Después de varios días sin escribir, la actualidad de estos últimos días me hace volver a intentar analizar algunos sucesos.
Agresión a Berlusconi: Hace unos días Il cavaliere fue agredido cuando salía de dar un discurso y se acercó a saludar a la gente y a criticar a los que se mostraban contrarios a él. Lo que pretendía que fuera un baño de masas se convirtió en un baño de sangre en el momento en que un hombre le lanzó una miniatura de la Catedral de Milán. Las consecuencias de ese acto han sido inmediatas: detención del agresor, condena unánime por parte de los políticos de todas partes, ascenso meteórico de las ventas de dicha figurita. Sin embargo, muy pocos han puesto el dedo en la llaga, muy pocos se han atrevido a ir más allá de la simple condena y han intentado analizar el por qué un hombre le lanza un objeto a un político.
En un momento de crisis como el que está pasando medio mundo, los políticos cada vez se muestran más y más alejados de la población. Rescatan con dinero a bancos, inmobiliarias y concesionarios de automóviles, pero se olvidan completamente de la gente de la calle, de los que les votan y a quienes se supone que representan. En un momento plagado de escándalos de corrupción política, no hay ni un sólo detenido ni se imponen castigos ejemplares ni se devuelve el dinero ni hay dimisiones. Se acaba de cumplir un año del caso Madoff y de los 14 mil millones robados apenas se han recuperado 2. Millet y Montull campan a sus anchas. Ningún implicado en la trama Gürtel (de la que hace días que no se habla) sigue en prisión. Y un largo etcétera. A eso le sumamos actuaciones como la del PP, a través de Esperanza Aguirre, en la reunión de presidentes autonómicos de anteayer, donde se limitaron a tumbar una tras otra todas las propuestas del gobierno sin proponer nada, porque les importa más llegar al poder que sacar al país de la crisis. Francamente, lo extraño es que no haya más gente lanzando objetos a los políticos.
Tal vez sea por el férreo control que algunos hacen de los medios de comunicación. Nuevamente Esperanza Aguirre es la protagonista, ya que, como bien teorizó Goebbles y luego puso en práctica José María Aznar, el control de los medios es lo que lleva al control de la población. En este caso, tenemos que en la Comunidad Valenciana se ha cancelado la emisión de TV3-Televisió de Catalunya, para que los valencianos sólo vean las noticias desde el prisma de su presidente. Pero lo más flagrante es lo de la Comunidad de Madrid, donde desde Telemadrid (cadena regida por Esperanza Aguirre) se dedican día sí día también a atacar a unos y a otros. Y encima acusan a humoristas de la talla del Gran Wyoming de incitar a atacar a Herman Tersch, un presentador de la cadena. Dicho presentador fue víctima de una agresión anónima tras haber dicho literalmente que "Si pudiera matar a 15 miembros de Al Qaeda para liberar a los tres compatriotas secuestrados lo haría sin dudar". Tras esas frases uno se siente inclinado a pensar que tal vez el agresor estaría más bien en otro tipo de colectivos diferente al de medios de comunicación.
Eso sí, no critican otras frases como la que se dijo recientemente en el Canal Intereconomía, haciendo demagogia aprovechando el caso Haidar. Un presentador, apelando a Rodríguez Zapatero, le pedía que metiera en el mismo saco a Moratinos, de la Vega y Chacón y los enviara a Mauritania a dar vueltas "a ver si hay suerte". Una implicación muy grave, provenga de la ideología que provenga.
Por cierto, en esa misma cadena hicieron un especial informativo con los motivos por los que debería dimitir Zapatero, entre ellos por "fomentar el aborto entre las adolescentes" e impedir que se lo comuniquen a sus padres. Hombre, visto así, parece que vaya a obligarlas a abortar. ¿Tal vez antes querrá preñarlas a todas él solito?
Así que, en general, parece que estamos llegando a un momento álgido de manipulación mediática por parte de la derecha que cada día recuerda más a aquellos seguidores del hombre del bigote. Aunque no olvidemos que ya les han superado: Aznar y El Bigotes. 2 a 1.
16.12.09
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