Sigue la polémica del nuevo Estatut de Catalunya. Parado durante meses sobre la mesa de un tribunal entre cuyos miembros unos se muestran a favor, otros (la misma cantidad) en contra, un par de abstienen e incluso hay un muerto, el Estatut vuelve a cobrar gran protagonismo en medio de una situación de crisis política.
Y para variar, se usa para atacar a Catalunya, aprovechando que algunos de los defensores son tan torpes como para tirarse piedras a su propio tejado.
En Telemadrid critican la constitucionalidad del texto y de paso lanzan un puñal tras otro sobre la sociedad catalana (aunque hasta aquí, ninguna novedad, vienen haciéndolo día tras día, insultando y despreciando). Aunque el verdadero problema no es ese, sino que luego hay gente que se creen lo que dicen, y como sólo les llegan noticias tan patéticas como ciertas, como el caso de que en plena crisis económica Esquerra Republicana de Catalunya creara un gasto de dinero público en pagar traductores castellano-catalán, pues no ayuda a mejorar la imagen.
Sin embargo, la tan cacareada anticonstitucionalidad del texto no debería ser usada tan de bandera, puesto que apenas existen partes del texto que no estén también en los estatutos de otras comunidades autónomas.
Sin ir más lejos, Galicia, gran feudo del PP, quiere incluir el término "nación" en su estatuto. Y la Comunidad Valenciana no hace mucho que los renovó, mientras iban criticando la presentación del nuevo texto catalán.
Eso por no decir que a pesar de tanto mostrar su antipatía hacia la sociedad catalana, Rajoy ha venido a Barcelona siempre que su mujer tenía que dar a luz.
El problema en realidad es bien sencillo. Por un lado existe una dependencia económica de varias partes de España hacia Catalunya. La mitad sur del país acumula una mayor concentración de funcionarios que el norte. Por muy necesarios que sean, el funcionariado no genera ingresos, sólo consume dinero (quede bien claro que en general no critico el papel de los funcionarios, aunque de su efectividad podría hablar largas horas). En cambio, aquí es donde más actividad económica hay, lo que supone que el dinero fluye desde Catalunya hacia el resto de España. Cuando se presentó el texto se criticó la "falta de solidaridad de los catalanes" porque se pretendía retener una parte mayor del dinero generado. Sí y no. Catalunya es la única comunidad autónoma donde aún hay que pagar peajes para ir a cualquier sitio, y a pesar del dinero generado aquí no tenemos fondos suficientes para poder rescatar nuestras autopistas y eliminar los peajes, o invertir en mejores infraestructuras (como por ejemplo en tener un metro decente como el de Madrid). Es decir, no se trata de dejar de enviar dinero, sólo de poder usar parte del mismo en invertir en mejorar también un poco nosotros.
Por otro lado está el tema político. No hay que olvidar que en Catalunya el PP siempre lo ha tenido negro, así que lo mejor es usarnos como el enemigo para ganar votos donde sí que lo tienen fácil: Madrid y Valencia. ¿Por qué será que son justo esos dos sitios donde más catalanofobia hay? Porque los políticos controlan la opinión pública. Detrás de Telemadrid está Esperanza Aguirre, y en Valencia han eliminado la emisión de TV3. No hace mucho una amiga de Madrid vino a pasar unos días a Barcelona, a hacer un examen, y me acabó confesando su sorpresa de que los catalanes no fuéramos como ella creía.
Por último, remarcar un par de frases, una de Francisco Caamaño, ministro de Justicia, y otra de Carod-Rovira. El primero defiende la inclusión del término "nación" en el estatuto gallego por considerar que el preámbulo define cuestiones más simbólicas y emotivas sin que tenga repercusión jurídica, lo que lleva a pensar que tal vez lo mismo sucedería si el Estatut de Catalunya lo incluyera. Y la otra, la de Carod-Rovira valorando la posibilidad de que se recorte esa palabra. "¿Y qué?" Explicó que ya en tiempos de Franco se decía que el catalán era un dialecto y no un idioma, y que Catalunya no era una nación, pero el espíritu popular mantuvo el símbolo. Pues no hay que olvidar que no es más que un sentir del pueblo, como bien alega Caamaño. Así que dejémonos de política y aprobemos ya el Estatut.
27.11.09
26.11.09
Sube el cine
O eso parece. Estos días hay muchos dimes y diretes alrededor de la noticia de que Bruselas ha paralizado (que no suspendido, por ahora) las subvenciones para cine y televisión que había solicitado España. Por lo visto varios cineastas, entre ellos Fernando Trueba, han denunciado que con la nueva Ley del Cine dichas subvenciones sólo favorecerían a las grandes producciones y a los de siempre (menuda novedad, por otra parte, como si no lleváramos años ya en los que alguien que empieza no logra acceder a una subvención y luego a Isabel Coixet se la dan a pesar de no cumplir con varios de los requisitos).
Sin embargo, lo que dicen estos cineastas es cierto, pero también debería dar qué pensar. ¿Por qué las subvenciones favorecerían a las grandes producciones? Porque, si lo miramos desde la frialdad económica (ya que, por mucho que algunos se rasguen las vestiduras, el cine es, ante todo, un negocio y, si acaso en segundo lugar, a veces también un arte), son éste tipo de producciones las únicas que parecen tener en cuenta una cuestión tan simple como: si exportas tu película ganarás más dinero. A menudo olvidamos que fuera de nuestro país hay muchos otros países, y en todos ellos hay gente dispuesta a ver una película. Decimos que el cine español está en crisis pero aún así no nos molestamos en hacer productos que vendan, que recuperen dinero, que permitan hacer luego esas películas tan locales que tanto nos gusta ver por TV3 o cualquier otra autonómica.
Sobretodo es en momentos como el actual, en plena crisis, cuando más hay que pensar en la apertura de mercados, en la globalización, cosa que no impide hablar de temas locales (¿acaso los americanos dejan de lado su cultura cuando hacen una película como 2012, realizada para venderse en todo el mundo?). Y solamente de esta forma podrá el cine español superar el lastre de las subvenciones, e intentar optar por una nueva forma de producción que pasaría por el product-placement (insertar marcas en la película, de forma natural) o la inversión privada (empresas que decidan invertir en cine, igual que en bolsa, sabiendo que pueden ganar o perder, pero que tengan incentivos fiscales).
En cualquier caso, hoy la alarma la han dado los exhibidores, quienes alegan que con las nuevas cuotas de pantalla y con la nueva ley que les obliga a invertir una parte fija de los beneficios en renovación tecnológica, van a perder dinero a menos que vuelvan a subir el precio de las entradas, que en ciudades como Barcelona supera ya los 6€ en una sesión de día laborable. Y siguen quejándose de la pérdida de espectadores.
Esto debería nuevamente llevar a la reflexión, sobretodo si lo comparamos con Alemania donde, en los últimos años, el cine apenas ha subido un 2%, y la cifra de espectadores no ha hecho más que crecer. Sin embargo en España el cine en poco tiempo ha subido cerca de un 50% (no hace tanto una sesión laborable rondaba los 4.5€) y los espectadores han dejado de ir a las salas. Recordemos que un DVD se puede encontrar por unos 10€, y varias personas pueden verlo juntas. Si una pareja va al cine, son más de 12€ sin contar posibles palomitas.
¿Pero por qué sube tanto el precio? Revisemos a dónde se va el dinero. Originalmente, el 50% aproximado se lo quedaba la sala, y la otra mitad el productor, quien luego repartía entre los inversores. Ahora, una parte se la lleva la SGAE (derechos de autor de director, guionista y músico), otra AISGE (derechos de imagen de actores), otra EGEDA (productores), y el resto es lo que se reparten. ¿Qué hace más daño al cine, la supuesta piratería (digo supuesta porque sinceramente, dudo que más del 5% de lo que la gente ve por internet sea cine español, y la prueba está en las buenas cifras de películas como REC) o la recaudación por parte de empresas privadas a las que nadie les ha dado permiso pero a favor de las que se dictan leyes?
Conozco un caso particular, un actor que estuvo trabajando para una productora. Al llegar la nómina, le marcaban una parte como sueldo por las sesiones trabajadas y otra como derechos de imagen. Él firmaba conforme le parecía que ambas cosas quedaban bien pagadas. Sin embargo, luego AISGE llegaba para reclamarle a la productora un pago por los derechos de imagen de dicho actor (derechos de imagen que ya estaban pagados, y aún así volvían a pagar). Y lo mismo pasa con el resto (recordemos el bochorno de la SGAE al recaudar los derechos de autor de David Bisbal cuando él dio un concierto benéfico para un niño con una enfermedad genética).
En resumen, a veces el problema del cine no está en leyes o piratería u otras causas externas, sino que para variar tocaría mirar un poco más cerca y empezar por sacarnos la viga de nuestro propio ojo.
Sin embargo, lo que dicen estos cineastas es cierto, pero también debería dar qué pensar. ¿Por qué las subvenciones favorecerían a las grandes producciones? Porque, si lo miramos desde la frialdad económica (ya que, por mucho que algunos se rasguen las vestiduras, el cine es, ante todo, un negocio y, si acaso en segundo lugar, a veces también un arte), son éste tipo de producciones las únicas que parecen tener en cuenta una cuestión tan simple como: si exportas tu película ganarás más dinero. A menudo olvidamos que fuera de nuestro país hay muchos otros países, y en todos ellos hay gente dispuesta a ver una película. Decimos que el cine español está en crisis pero aún así no nos molestamos en hacer productos que vendan, que recuperen dinero, que permitan hacer luego esas películas tan locales que tanto nos gusta ver por TV3 o cualquier otra autonómica.
Sobretodo es en momentos como el actual, en plena crisis, cuando más hay que pensar en la apertura de mercados, en la globalización, cosa que no impide hablar de temas locales (¿acaso los americanos dejan de lado su cultura cuando hacen una película como 2012, realizada para venderse en todo el mundo?). Y solamente de esta forma podrá el cine español superar el lastre de las subvenciones, e intentar optar por una nueva forma de producción que pasaría por el product-placement (insertar marcas en la película, de forma natural) o la inversión privada (empresas que decidan invertir en cine, igual que en bolsa, sabiendo que pueden ganar o perder, pero que tengan incentivos fiscales).
En cualquier caso, hoy la alarma la han dado los exhibidores, quienes alegan que con las nuevas cuotas de pantalla y con la nueva ley que les obliga a invertir una parte fija de los beneficios en renovación tecnológica, van a perder dinero a menos que vuelvan a subir el precio de las entradas, que en ciudades como Barcelona supera ya los 6€ en una sesión de día laborable. Y siguen quejándose de la pérdida de espectadores.
Esto debería nuevamente llevar a la reflexión, sobretodo si lo comparamos con Alemania donde, en los últimos años, el cine apenas ha subido un 2%, y la cifra de espectadores no ha hecho más que crecer. Sin embargo en España el cine en poco tiempo ha subido cerca de un 50% (no hace tanto una sesión laborable rondaba los 4.5€) y los espectadores han dejado de ir a las salas. Recordemos que un DVD se puede encontrar por unos 10€, y varias personas pueden verlo juntas. Si una pareja va al cine, son más de 12€ sin contar posibles palomitas.
¿Pero por qué sube tanto el precio? Revisemos a dónde se va el dinero. Originalmente, el 50% aproximado se lo quedaba la sala, y la otra mitad el productor, quien luego repartía entre los inversores. Ahora, una parte se la lleva la SGAE (derechos de autor de director, guionista y músico), otra AISGE (derechos de imagen de actores), otra EGEDA (productores), y el resto es lo que se reparten. ¿Qué hace más daño al cine, la supuesta piratería (digo supuesta porque sinceramente, dudo que más del 5% de lo que la gente ve por internet sea cine español, y la prueba está en las buenas cifras de películas como REC) o la recaudación por parte de empresas privadas a las que nadie les ha dado permiso pero a favor de las que se dictan leyes?
Conozco un caso particular, un actor que estuvo trabajando para una productora. Al llegar la nómina, le marcaban una parte como sueldo por las sesiones trabajadas y otra como derechos de imagen. Él firmaba conforme le parecía que ambas cosas quedaban bien pagadas. Sin embargo, luego AISGE llegaba para reclamarle a la productora un pago por los derechos de imagen de dicho actor (derechos de imagen que ya estaban pagados, y aún así volvían a pagar). Y lo mismo pasa con el resto (recordemos el bochorno de la SGAE al recaudar los derechos de autor de David Bisbal cuando él dio un concierto benéfico para un niño con una enfermedad genética).
En resumen, a veces el problema del cine no está en leyes o piratería u otras causas externas, sino que para variar tocaría mirar un poco más cerca y empezar por sacarnos la viga de nuestro propio ojo.
22.11.09
Verdades y mentiras
A las puertas de una campaña de navidad que promete ser más triste que otras anteriores gracias a la crisis (de momento la principal noticia es que Freixenet ha decidido repetir el spot del año pasado), salimos de una semana movidita.
En Estados Unidos, conmoción con las novedades sobre la muerte de Michael Jackson. Gran titular: el médico personal de Jacko compró personalmente el Propozol. Ah, pero resulta que él ya lo dijo, así que estaríamos realmente ante una noticia cuando menos curiosa: el sospechoso NO mintió. En verdad que es una noticia que merece un titular.
Más cercano a nosotros, también tenemos declaraciones asombrosas:
En Valencia, después de que el Tribunal Constitucional ratificara el uso del SITEL y le diera un buen rapapolvo al PP, Francisco Camps amenaza con pedir la anulación del caso Gurtel si las pruebas han sido obtenidas mediante dicho sistema. Una buena forma de salir del agujero que él mismo se ha estado cavando. Si es que la mejor forma de evitar que la gente te señale es amputarles el dedo. Sí señor, esa es una gran lección de savoir faire político. ¿Para qué intentar ganarse la confianza de los votantes cuando puedes sencillamente manipular las pruebas para salirte de rositas?
Claro que, otra forma de salirte de rositas es robar directamente millones de euros de dinero público y cruzar los dedos para que cuando te pillen tengas la edad de Félix Millet, quien sigue con su descaro y con su libertad intacta, ante la mirada atónita de los ciudadanos, que ven cómo alguien que roba 10€ para comer acaba en un calabozo pero alguien que ha robado más de 30 millones de euros sigue con total impunidad y con la cabeza bien alta. Supongo que la diferencia radica en que el que roba para comer lo hace de forma egoísta -todo para él- mientras que el señor Millet ha actuado de forma altruísta, repartiendo entre sus amiguitos políticos para garantizarse un trato más suavizado. Algún día le reconocerán su labor de patriota, su ayuda a fer país.
Pero no debemos preocuparnos, puesto que el gran Joan Laporta se ha erigido en salvador de esta nación. Incluso diría más, en El Salvador de la humanidad, con sus declaraciones de que "Si el país necesita un líder, y no un mártir, me lo podría pensar". Ya podemos alegrarnos, regocijarnos y refocilarnos, el túnel será largo, pero ya tenemos un chófer que nos conduzca a la salida.
Siempre será mejor que depender de Europa, que ha escogido a sus dirigentes estables, para evitar las rotaciones de poder. Y los agraciados han sido el belga Herman Van Rompuy, un ultracatólico con fama de maquiavélico, y la baronesa británica Catherine Ashton, una mujer de currículum prácticamente vacío, pero que ha recibido alabanzas por ser mujer. Porque no olvidemos que ahora lo importante es la paridad por encima de la calidad. Pues lo siento pero no: en cargos públicos tiene que primar la calidad, el currículum, la efectividad, sin importar el sexo, raza o religión. Esa es la auténtica igualdad y paridad, tener las mismas opciones para el acceso a un trabajo, no escoger al mismo número de hombres que de mujeres. Si resulta que hay mejores candidatas que candidatos, el resultado debe ser mayoría de mujeres. Y viceversa. Pero ese es tema para otro día.
En Estados Unidos, conmoción con las novedades sobre la muerte de Michael Jackson. Gran titular: el médico personal de Jacko compró personalmente el Propozol. Ah, pero resulta que él ya lo dijo, así que estaríamos realmente ante una noticia cuando menos curiosa: el sospechoso NO mintió. En verdad que es una noticia que merece un titular.
Más cercano a nosotros, también tenemos declaraciones asombrosas:
En Valencia, después de que el Tribunal Constitucional ratificara el uso del SITEL y le diera un buen rapapolvo al PP, Francisco Camps amenaza con pedir la anulación del caso Gurtel si las pruebas han sido obtenidas mediante dicho sistema. Una buena forma de salir del agujero que él mismo se ha estado cavando. Si es que la mejor forma de evitar que la gente te señale es amputarles el dedo. Sí señor, esa es una gran lección de savoir faire político. ¿Para qué intentar ganarse la confianza de los votantes cuando puedes sencillamente manipular las pruebas para salirte de rositas?
Claro que, otra forma de salirte de rositas es robar directamente millones de euros de dinero público y cruzar los dedos para que cuando te pillen tengas la edad de Félix Millet, quien sigue con su descaro y con su libertad intacta, ante la mirada atónita de los ciudadanos, que ven cómo alguien que roba 10€ para comer acaba en un calabozo pero alguien que ha robado más de 30 millones de euros sigue con total impunidad y con la cabeza bien alta. Supongo que la diferencia radica en que el que roba para comer lo hace de forma egoísta -todo para él- mientras que el señor Millet ha actuado de forma altruísta, repartiendo entre sus amiguitos políticos para garantizarse un trato más suavizado. Algún día le reconocerán su labor de patriota, su ayuda a fer país.
Pero no debemos preocuparnos, puesto que el gran Joan Laporta se ha erigido en salvador de esta nación. Incluso diría más, en El Salvador de la humanidad, con sus declaraciones de que "Si el país necesita un líder, y no un mártir, me lo podría pensar". Ya podemos alegrarnos, regocijarnos y refocilarnos, el túnel será largo, pero ya tenemos un chófer que nos conduzca a la salida.
Siempre será mejor que depender de Europa, que ha escogido a sus dirigentes estables, para evitar las rotaciones de poder. Y los agraciados han sido el belga Herman Van Rompuy, un ultracatólico con fama de maquiavélico, y la baronesa británica Catherine Ashton, una mujer de currículum prácticamente vacío, pero que ha recibido alabanzas por ser mujer. Porque no olvidemos que ahora lo importante es la paridad por encima de la calidad. Pues lo siento pero no: en cargos públicos tiene que primar la calidad, el currículum, la efectividad, sin importar el sexo, raza o religión. Esa es la auténtica igualdad y paridad, tener las mismas opciones para el acceso a un trabajo, no escoger al mismo número de hombres que de mujeres. Si resulta que hay mejores candidatas que candidatos, el resultado debe ser mayoría de mujeres. Y viceversa. Pero ese es tema para otro día.
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