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27.11.09

Espanya. Cataluña. Estatut

Sigue la polémica del nuevo Estatut de Catalunya. Parado durante meses sobre la mesa de un tribunal entre cuyos miembros unos se muestran a favor, otros (la misma cantidad) en contra, un par de abstienen e incluso hay un muerto, el Estatut vuelve a cobrar gran protagonismo en medio de una situación de crisis política.
Y para variar, se usa para atacar a Catalunya, aprovechando que algunos de los defensores son tan torpes como para tirarse piedras a su propio tejado.
En Telemadrid critican la constitucionalidad del texto y de paso lanzan un puñal tras otro sobre la sociedad catalana (aunque hasta aquí, ninguna novedad, vienen haciéndolo día tras día, insultando y despreciando). Aunque el verdadero problema no es ese, sino que luego hay gente que se creen lo que dicen, y como sólo les llegan noticias tan patéticas como ciertas, como el caso de que en plena crisis económica Esquerra Republicana de Catalunya creara un gasto de dinero público en pagar traductores castellano-catalán, pues no ayuda a mejorar la imagen.

Sin embargo, la tan cacareada anticonstitucionalidad del texto no debería ser usada tan de bandera, puesto que apenas existen partes del texto que no estén también en los estatutos de otras comunidades autónomas.
Sin ir más lejos, Galicia, gran feudo del PP, quiere incluir el término "nación" en su estatuto. Y la Comunidad Valenciana no hace mucho que los renovó, mientras iban criticando la presentación del nuevo texto catalán.
Eso por no decir que a pesar de tanto mostrar su antipatía hacia la sociedad catalana, Rajoy ha venido a Barcelona siempre que su mujer tenía que dar a luz.

El problema en realidad es bien sencillo. Por un lado existe una dependencia económica de varias partes de España hacia Catalunya. La mitad sur del país acumula una mayor concentración de funcionarios que el norte. Por muy necesarios que sean, el funcionariado no genera ingresos, sólo consume dinero (quede bien claro que en general no critico el papel de los funcionarios, aunque de su efectividad podría hablar largas horas). En cambio, aquí es donde más actividad económica hay, lo que supone que el dinero fluye desde Catalunya hacia el resto de España. Cuando se presentó el texto se criticó la "falta de solidaridad de los catalanes" porque se pretendía retener una parte mayor del dinero generado. Sí y no. Catalunya es la única comunidad autónoma donde aún hay que pagar peajes para ir a cualquier sitio, y a pesar del dinero generado aquí no tenemos fondos suficientes para poder rescatar nuestras autopistas y eliminar los peajes, o invertir en mejores infraestructuras (como por ejemplo en tener un metro decente como el de Madrid). Es decir, no se trata de dejar de enviar dinero, sólo de poder usar parte del mismo en invertir en mejorar también un poco nosotros.

Por otro lado está el tema político. No hay que olvidar que en Catalunya el PP siempre lo ha tenido negro, así que lo mejor es usarnos como el enemigo para ganar votos donde sí que lo tienen fácil: Madrid y Valencia. ¿Por qué será que son justo esos dos sitios donde más catalanofobia hay? Porque los políticos controlan la opinión pública. Detrás de Telemadrid está Esperanza Aguirre, y en Valencia han eliminado la emisión de TV3. No hace mucho una amiga de Madrid vino a pasar unos días a Barcelona, a hacer un examen, y me acabó confesando su sorpresa de que los catalanes no fuéramos como ella creía.

Por último, remarcar un par de frases, una de Francisco Caamaño, ministro de Justicia, y otra de Carod-Rovira. El primero defiende la inclusión del término "nación" en el estatuto gallego por considerar que el preámbulo define cuestiones más simbólicas y emotivas sin que tenga repercusión jurídica, lo que lleva a pensar que tal vez lo mismo sucedería si el Estatut de Catalunya lo incluyera. Y la otra, la de Carod-Rovira valorando la posibilidad de que se recorte esa palabra. "¿Y qué?" Explicó que ya en tiempos de Franco se decía que el catalán era un dialecto y no un idioma, y que Catalunya no era una nación, pero el espíritu popular mantuvo el símbolo. Pues no hay que olvidar que no es más que un sentir del pueblo, como bien alega Caamaño. Así que dejémonos de política y aprobemos ya el Estatut.

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