El día de navidad va quedando atrás. Poco a poco voy volviendo a respirar. Aunque tampoco este año he salido ileso.
En nochebuena nos llamó una amiga de la familia, que vive en León, y que vive con su propia tragedia, que este año ha aumentado. Lloró por teléfono.
Mis deseos de este año no son tan estúpidos como paz en el mundo... Me gustaría poder aplacar el sufrimiento de la gente. No me gusta ver a personas a las que quiero sufriendo. Daría lo que fuera por poder ser yo el que está en su lugar. Por poder ser quien lleve su carga sobre los hombros. Poder absorver las desgracias y meterlas en un saco.
La vida continúa. La vida se detiene a veces. Por el camino quedan aquellas cosas que nos hacen inmortales. La vida después de la muerte es posible; tal vez no como en esos relatos que tanto nos gustan, pero sí en una forma más sutil e incluso más romántica: a veces conseguimos llegar a las personas que nos rodean, de forma que cuando dejamos de estar ahí físicamente, seguimos como un recuerdo, una imagen, una sonrisa, a veces incluso una lágrima.
En Nochebuena hizo 2 años que murió mi tío. Estuvimos cenando con mi tía (su mujer), en casa de otra tía mía. Tuve por un momento el recuerdo de aquella noche, que estábamos cenando en esa misma mesa, cuando sonó el teléfono para darnos la trágica noticia. En silencio, para mis adentros, le dediqué un brindis. Por haber sido para mí algo más que el marido de la hermana de mi padre. Por haber sido casi como otro abuelo. Mis tíos son bastante mayores que mis padres, y vivieron la desgracia de ver morir a su único hijo cuando aún era muy pequeño. Se volcaron en mi hermana y en mí mismo como si fuéramos esos hijos que nunca tuvieron. Incluso a veces pasé algunos días en su piso, cuando mis padres iban a Irlanda en verano a llevar un grupo de estudiantes a aprender inglés.
Cuando pienso en mi tío siempre sonrío. Algunas veces me pongo triste cuando me viene a la cabeza la imagen de un día que le fui a ver al hospital, uno de los últimos días, y le vi sufrir un ataque. Pero normalmente la imagen que tengo es de esas visitas que les hacía, y mi tía sacando el helado que nos comíamos mi tío y yo en cantidades industriales. Incluso ahora, escribiendo este texto, acabo de visualizar una imagen que no recordaba desde hacía mucho. De pequeño, en el salón de su piso, jugando a hundir la flota con mi tío, cuando yo era muy pequeño. O viendo la tele en un sofá comodísimo que siempre me apropiaba hasta quedarme dormido.
Dondequiera que estés, aún sigues vivo entre nosotros. Te lo dedico a ti. Feliz navidad.
26.12.04
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1 comentario:
Vaya, si que has posteado estos días... Como yo he estado la mitad de los días comiendo, la otra mitad en la estratosfera, y la otra mitad en estado de shock...
En fin, ya pasaron, ahora el añito nuevo y fiesta. Y luego, a exprimirse el cerebro.
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