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15.12.04

Entremundos

He vuelto a coger el metro en la parada de Paseo de Gracia. Y nuevamente he visto al "tenor". Es un hombre de mediana edad al que se puede ver prácticamente a todas horas en el andén, en un rincón, ensayando el chorro de voz, cantando ópera. Ayer me fijé una vez más en él, y luego decidí dejar volar mi vista a lo largo del andén, buscando la reacción de la gente a ese hombre que inunda el silencio de ese túnel.

Nadie reaccionaba. Lo que tal vez hace años era un comportamiento que seguro despertaba curiosidad y alguna que otra risilla malintencionada ahora pertenece a la normalidad de la estación. Es un elemento más que sabes que siempre estará ahí, como los ratones de las vías o la música repetitiva del canal Metro. Ese hombre, al que antes la gente miraba fijamente pensando que estaba loco ha desaparecido. Ya no lo vemos ni lo oímos.

¿Con cuánta gente nos cruzamos cada día sin prestarles atención? Nuestra mente tiene la extraña voluntad de omitir todo aquello que no nos agrada. Especialmente todo aquello que nos pueda llevar a pensar cosas que no nos gustan. Por ejemplo, en estas fechas parece haber un aumento de indigentes por las calles, durmiendo en cajeros para no congelarse, entre cartones en portales, a veces compartiendo una caja entre varios. ¿Realmente somos conscientes de ellos? La respuesta, es que NO. Pasamos a su lado sin siquiera detectarlos, porque no nos interesan. No queremos conocer ese lado de la vida.

Ayer estaba en un bar y pasaron tal vez hasta 8 vendedores de rosas. Algunos prácticamente me metieron la rosa por la nariz para llamar mi atención. Al principio me molesté. Luego pasé a hacer bromas. Pero la verdad es que si simplemente se pusieran junto a la puerta, o en mitad del bar, ¿alguien se daría cuenta de que están ahí?

Eso me recordó una magnífica serie de 12 cómics, escrita por J. M. Straczynski titulada Midnight Nation. Es una serie que inspira. Un policía debe hacer un viaje para recuperar su alma robada. Y se mueve a través de Entremundos. No es un mundo paralelo ni nada por el estilo. Entremundos forma parte de nuestro mundo, pero incluye todo aquello de lo que nosotros prescindimos: callejones que no utilizamos, cabinas que están eternamente rotas y a las que ya ni nos acercamos, basura, y sobretodo, gente a la que no queremos ver. En su camino se encuentra con un hombre que fue despedido por reducción de plantilla y que nunca más volvió a conseguir trabajo; la gente lo dejaba de lado hasta que un día dejaron de verle: pasó a Entremundos. Y de historias semejante, la serie está plagada. La vida está plagada. Pensemos un poco en hasta qué punto somos conscientes de esos extraños seres que pueblan las esquinas de nuestra visión; la gente a la que hemos conocido pero finalmente hemos decidido dejar de lado sin previo aviso; los objetos abandonados al fondo de nuestro armario, que compramos o pedimos en su momento porque "lo necesitábamos" pero ahora sólo crían polvo (y que seguramente harían feliz a más de un niño que no tendrá regalos estas navidades porque su padre se lo gastó todo en alcohol o porque apenas ganan dinero para malvivir).

Hagamos todos un examen de conciencia. Aprovechemos al máximo el tiempo que tenemos con la gente que nos rodea. Esforcémonos en hacer más agradable el ambiente tanto con los nuestros como con aquellos desconocidos con los que tal vez nunca cruzaremos una palabra, pero por qué no, siempre podemos cruzar una sonrisa. Aquella dependiente del restaurante de fast-food, que cobra una miseria; ¿verdad que no nos cuesta nada al acabar tirar nuestra propia basura a la papelera?. Aquel vendedor colapsado por las colas navideñas; ¿tan difícil es ser paciente y comprender que intenta dar el mejor servicio posible a cada cliente?

Somos egoístas. Sólo pensamos en nuestro placer y nuestra comodidad. Primero nosotros y después el mundo. O mejor aún: nosotros nosotros nosotros. Y el mundo que se joda.

Así no vamos bien. Acabaremos engullidos todos por Entremundos.

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