Vuelvo al tema de hace unos días: la Navidad. Sé que con todo lo que escribí parecería que no queda más por decir, pero no es así. Siempre hay algo más...
Ayer tuve que ir a hacer unos recados a l'Illa Diagonal. No eran compras navideñas (este año esperaré al último momento e incluso pienso aprovechar mi puesto de trabajo para ahorrarme las colas), pero por lo visto la gente ya está en plena fiebre consumista.
No voy a entrar en debates sobre el capitalismo o consumismo recalcitrante. Sí que voy a hacerlo sobre la estupidez bobina típica de estas fechas...
Empecemos con algunos casos que uno se puede encontrar al ir a un centro comercial estos días:
Primero vamos por los pasillos, entre tiendas. Allí sufrimos una situación más agobiante que un concierto multitudinario. Gente que te rodea por todas partes, empujones, gritos, correteos, golpes... ¿Por qué la gente no puede adoptar el fácil recurso de caminar por la derecha? No, es más divertido el caos entre miles de personas, cada una yendo a una dirección distinta, o si van en la misma, por distintos lados. ¿Para qué organizarse un poco si puedes empujar al que te viene de frente?
Luego están los que se meten en esos gentíos con cochecitos de bebés. Supongo que sobran los comentarios, ¿no? ¡Pero es que encima son los primeros en protestar porque la gente no les abre paso! ¿Y qué esperáis? ¡Dejad al niño en casa para ir de compras! ¿No veis que así descubrirá que los Reyes Magos son los padres? Que no tienen nada de Reyes ni de Magos...
¿Y esas ancianitas adorables, que siempre se meten donde la acumulación de gente es mayor? ¡Y las muy puñeteras siempre consiguen llegar a donde quieren antes que nadie! Aunque supongo que ayuda el hecho de ayudarse de empujones (el otro día una casi me tira sobre una estantería).
Pero cuando por fin llegas a la tienda, empieza la parte divertida: quieres mirar un cd, o un libro, o lo que sea... ¿Cómo llegar a él? Lo mejor es prepararse para estas fechas a lo largo del año. El mejor sitio son los festivales de música, conciertos en salas pequeñas y discotecas abarrotadas. Allí podremos coger práctica en abrirnos paso sin necesidad de grandes esfuerzos, convirtiéndonos en auténticos contorsionistas. Así podremos esquivar codos, carritos, ancianas y demás peligros que aparecen a lo largo del camino cual bidones en el antiguo juego de Donkey Kong.
Por fin llegamos ante la estantería a la que nos dirigíamos y... ¡no encontramos lo que buscábamos! Pasamos a la siguiente fase: lograr un dependiente. Esto puede ser más o menos difícil en función de A) la tienda y B) la sección. Por ejemplo, en zapatería de El Corte Inglés no llamarás la atención de un vendedor ni amenzando con cortarle la yugular al Papá Noel de la puerta. Para conseguirlo es recomendable un poquito de paciencia, sobretodo si queremos que nos atiendan bien. Además, hay que recordar que ellos también tienen sentimientos. Hace unos días me comentaba una dependienta de la sección de películas de la Fnac que el año pasado, un día llevaba una pila de dvds en las manos, cuando un cliente le tiró del fashion-chaleco hasta conseguir tirar todas las películas al suelo y por el mismo precio romperle el chaleco. Nuevamente sobran los comentarios...
Supongamos que por fin logramos la atención (de manera civilizada, por favor) de ese/a (seamos políticamente correctos) dependiente. Le preguntamos por lo que buscamos, y sí, tenemos suerte, ¡aún queda uno! Toca correr de nuevo a la estantería, sí, es verdad, allí está, lo veo al fondo, corre, corre, esquiva, salta, combo especial, vuelta en el aire, esquiva, estira el brazo, ya casi está, lo tienes, lo tienes, lo...
La anciana de los codazos lo acaba de coger delante de tus narices... Y no volverán a tenerlo hasta después de fiestas.
Con lo fácil que era cuando de pequeños simplemente dibujábamos unos garabatos con todo nuestro cariño, y lo contentos que se ponían todos...
En fin, parafraseando a Keith Giffen en el The Authority VS Lobo: Especial Navidad, "MERRY FUCKING XMAS!!"
8.12.04
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